Había una vez un hombre que tenía una preciosa hija. Él se dijo a si mismo un día: "Mi hija es tan bonita que no dejaré que se case con ningún hombre. Yo mismo me casaré con ella".
Su mujer se entristecio cuando él le contó su decisión, pero simplemente dijo:
-De acuerdo.
Cuando la hija se hizo mayor, el padre anunció que se casaría con ella. Llamó a su hija para hablar con él y le dijo que sería su esposa. La muchacha contestó:
-Tu no me tomarás como esposa. Si no encuentras un buen marido para mi, iré a la selva y me encontraré con el elefante salvaje y dejaré que me mate.
Pero el padre insistio en que quería casarse con ella. Dijo también que la boda sería al día siguiente. La madre entonces avisó a la hija:
-Lo que debes hacer es esto: mañana por la mañana ven a verme temprano y pídeme la calabaza para transportar el agua. Asegúrate de que tu padre esté conmigo. Di en su presencia: "Madre, voy al pozo a buscar un poco de agua". Cuando llegues al pozo dejas la calabaza allí y luego corre lejos.
La hija estuvo de acuerdo con el plan trazado. Al día siguiente el padre mató una vaca. Luego se preparó para la boda. Mientras se estaba preparando llegó la hija y preguntó por la calabaza.
-Debo sacar agua del pozo -dijo- para prepararme para la boda.
Cogió la calabaza y la dejó al lado del pozo. Luego corrió rápidamente hacia la selva. Después de correr un rato se encontró a un búfalo. Él la miró con atención y le dijo:
-Chica, eres realmente preciosa.
Sona Mariama sonrió pero no dijo nada.
-¿Dónde vas? -le preguntó el búfalo.
-Voy a ver al elefante salvaje para dejar que me mate -dijo. Entonces empezó a cantar tristemente:
Mi padre dijo que yo, Sona Mariama, sería su esposa.
Mi madre dijo que yo, Sona Mariama, sería su coesposa.
Mis hermanos dijeron que yo, Sona Mariama, sería su madre.
Mis niños dirán que yo seré su abuela.
El búfalo dijo:
-Yo jamás he visto nada semejante, Sona Mariama. Tampoco nunca he oído nada semejante, Sona Mariama. Niña, has hecho bien en correr lejos.
La chica continuó su camino. Más lejos encontró a un león. El león quedó sorprendido de ver a una chica tan bonita. Y dijo:
-Eres una muchacha muy bonita ¿Adónde vas?
-Voy a ver al elefante salvaje para que me mate -dijo.
Mi padre dijo que yo, Sona Mariama, sería su esposa.
Mi madre dijo que yo, Sona Mariama, sería su coesposa.
Mis hermanos dijeron que yo, Sona Mariama, sería su madre.
Mis niños dirán que yo seré su abuela.
El león contestó al igual que lo hizo el búfalo:
-Yo jamás he visto nada semejante, Sona Mariama. Tampoco nunca he oído nada semejante, Sona Mariama. Niña, has hecho bien en correr lejos.
Como antes, la chica continuó su viaje, hasta que se encontró a un conejo. El conejo quedó perplejo por su belleza y le preguntó a dónde iba. Sona Mariama le contó su historia, y le dijo que estaba buscando al elefante salvaje para que la matara.
-Soy el mensajero del elefante salvaje -dijo el conejo-. Déjame que te lleve hasta él.
Sona Mariama siguió al conejo hasta la parte más densa de la selva. Intentó recordar el camino por el cual había llegado hasta allí pero no pudo. "No importa" pensó. "Da igual que esté perdida. Pronto me encontraré cara a cara con el elefante salvaje y este será mi final". El conejo iba delante y Sona Mariama lo seguía hasta que llegaron a una densa arboleda.
-Aquí es donde vive el elefante salvaje -dijo el conejo-. ¿Quieres entrar a verlo o prefieres correr lejos?
-Debo verlo inmediatamente -dijo Sona Mariama, que entró en el círculo de árboles.
Dentro estaba oscuro, pero pudo oír cómo la tierra retumbaba cuando el elefante se levantaba de su sueño y se acercaba a ella.
-¿Quién ha osado entrar en mi refugio? -murmuró el elefante.
-He sido yo, Sona Mariama -dijo la chica.
El elefante salvaje se paró en cuanto la vio. Era realmente preciosa.
-Siéntate -dijo-. Ahora cuéntame por qué has venido a estorbar mi sueño.
-He venido para morir -respondió ella.
Mi padre dijo que yo, Sona Mariama, sería su esposa.
Mi madre dijo que yo, Sona Mariama, sería su coesposa.
Mis hermanos dijeron que yo, Sona Mariama, sería su madre.
Mis niños dirán que yo seré su abuela.
El elefante salvaje dijo:
-Yo jamás he visto nada semejante, Sona Mariama. Tampoco nunca he oído nada semejante, Sona Mariama. Pero todavía no puedo matarte. Dile al conejo que te lleve hasta el campamento del rey y deja que él decida.
Ella estuvo de acuerdo en ir con el conejo. Cuando llegaron, encontraron al rey y a todos sus consejeros sentados. Todos quedaron sorprendidos de la belleza de la muchacha...
-¡Qué bonita eres! ¿Cómo te llamas? -le preguntaron.
-Sona Mariama -contestó.
-¿Por qué has sido traída aquí?
Les contó el plan de su padre y cómo, con la ayuda de su madre, había escapado hasta la selva. Les contó que se había encontrado al búfalo y al león. También cómo el conejo la había conducido hasta el elefante salvaje y de que éste se había entristecido por ella y había dejado el caso en manos del rey. El rey quedó sorprendido por su historia. Inmediatamente llamó a un mensajero para que trajera al padre con ellos. Cuando fue traído ante la corte, el padre se arrojó a su merced. Estaba profundamente arrepentido de su comportamiento. El rey no lo castigó, pero fue enviado a casa en desgracia. Luego, el rey dijo a sus consejeros:
-Traigan el Tambor Real.
Empezaron a tocar el tambor. Cantaban:
El Tambor Real suena... por Sona Mariama... por Sona Mariama... Sona Mariama.
Cuando la gente oyó el tambor, se acercaron al campamento del rey. Había fiesta y bailaban. Todo el mundo estaba contento en esos momentos. El sonido del tambor real por una mujer significaba que el rey quería casarse con ella. Y ese tambor continua sonando en este día. Sona Mariama se casó con el rey.